jueves, 25 de octubre de 2007

Las persecuciones en la iglesia primitiva

NOTA: ESTE ES UN ESTUDIO ALGO ACADÉMICO QUE ENTIENDO NO SERÁ DEL AGRADO DE TODOS. A PESAR DE TODO, CREO QUE CUALQUIERA QUE LO LEA CON DETENIMIENTO PUEDE, ADEMÁS DE CRECER INTELECTUALMENTE, CRECER EN PASIÓN POR JESUCRISTO AL RECIBIR INSPIRACIÓN PARA VIVIR UNA VIDA TOTALMENTE ENTREGADA A ÉL.
JCB

I. Introducción

Para finales de la era apostólica (98 DC, aprox.), la iglesia era un movimiento con más de 500,000 creyentes que normalmente se congregaban en pequeñas asambleas en las casas, esparcidos por partes de África, Asia y Europa. Hasta ese momento el pueblo cristiano sólo había sido perseguido y atacado por los Judíos de una manera directa, y por el imperio cuando reprimía a estos últimos pues en ese momento no se distinguía a los cristianos como una nueva religión sino como otra secta judía. Ya en esos momentos la lista de los mártires había comenzado a escribirse, los grandes testigos se estaban manifestando (recuerden a Esteban, Hechos 8).

Pero era quizá difícil de imaginar que las cosas fueran a empeorar. Y cuando empeoraron lo hicieron hasta el punto que las persecuciones bajo el imperio romano han llegado a ser consideradas como un apartado doloroso de la historia, no sólo eclesiástica sino mundial. Nunca la historia ha sido testigo de tan grandes crueldades y malvada creatividad. Como el mismo Eusebio escribió:

“Y otros sufrieron en sus miembros secretos y en sus entrañas tormentos vergonzosos, implacables e imposibles de expresar con palabras, tormentos que aquellos nobles y legítimos jueces imaginaban con el mayor celo, mostrando su crueldad como un alarde de sabiduría y tratando a porfia de superarse los unos a los otros en la invención de suplicios, siempre más nuevos, como en un certamen con premios.” (Énfasis mío)[i]

No podríamos dudar que una inspiración maligna estaba detrás de todas estas ingeniosas torturas y mecanismos de muerte. Tampoco podemos cuestionar que el mismo Jesús, en su ministerio en la tierra, nos advirtió en repetidas ocasiones los alcances de nuestra decisión por Él. Pero a pesar de todo, y al estar concientes de la posterior caída del imperio romano y de su paganismo[ii] tenemos que conceder gran valor a las palabras de Philip Schaff:

“Así este bautismo de sangre de la iglesia resultó en el nacimiento de un mundo cristiano. Fue una repetición y prolongación de la crucifixión pero seguido de la resurrección.[iii]


Al final, la tenacidad, valor, resistencia e increíble fidelidad de los cristianos fueron decisivas, quizás indispensables, para el triunfo del cristianismo sobre el paganismo.

II. Motivos de las persecuciones
¿Quién o qué era la fuerza detrás de las persecuciones? ¿Había en realidad razones reales para desatar tan cruenta barbarie? Es oportuno en este apartado citar a Philip Schaff con el siguiente comentario:

“Justino, Tertuliano y otros confesores trazaron las persecuciones hasta Satanás y los demonios, aunque no ignoraron los aspectos morales y humanos; ellos también las vieron como un castigo por pecados pasados y una escuela de virtudes cristianas. Algunos rechazaron que el martirio provenía de la maldad puesto que su consecuencia fue que los cristianos fueron traídos más pronto a Dios y a la gloria de los cielos”.[iv]

Encuentro cinco motivos detrás de las persecuciones y sus resultantes martirios. Si bien el primero (Satanás) está fuertemente ligado con los otros cuatro, siendo el primero inspiración de los siguientes, considero hacer la discriminación para no caer en simplismo y tener un panorama completo de tan trascendentales episodios.

1. Satanás
No podríamos dudar ni un minuto que Satanás tomaba gran placer en todo lo que sucedía y era el gran animador detrás de la cortina. ¿Quién más que él podría ser el inspirador de tan terribles castigos y técnicas de asesinato? Él es el enemigo por excelencia, no sólo de los cristianos sino también de toda la creación de Dios. Su deseo de matar, hurtar y destruir (Juan 10:10) estaba siendo satisfecho al extremo. Estaba matando a miles de fieles a Jesucristo y a su evangelio. Estaba robándole a muchos niños su infancia y marcándolos para siempre con la muerte de sus padres. Estaba haciendo un ataque feroz con el fin de desaparecer para siempre el cristianismo de la faz de la tierra. Es claro para nosotros que todos sus esfuerzos por destruir los planes de Dios lejos de amainar y atemorizar la naciente fe, terminaron fortaleciéndola y expandiéndola cumpliendo así las palabras de Jesucristo: “…y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Mateo 16:18b

2. El imperio y sus políticas
Cuando hablamos de los gobiernos es muy difícil, en general, hacer una separación entre los asuntos religiosos y políticos, esto a raíz de la amalgama que suele sucederse entre estos dos, y si hablamos de imperio romano en particular esto es aun más difícil pues el paganismo era el corazón de imperio y muchas leyes y posiciones políticas eran directa o indirectamente influenciadas por la religión oficial. De todas maneras, y aunque pareciera que al hablar de los asuntos políticos que motivaron las persecuciones estuviéramos hablando del paganismo igualmente, es importante tratar de hacer una distinción. El imperio romano era un gobierno tolerante con otras creencias. Era común que por medio de decretos se les permitiera a los pueblos conquistados adorar a sus propios dioses siempre y cuando no se preocuparan de hacer prosélitos. Pero políticas imperiales (vinculadas con lo religioso) como la adoración del emperador eran completamente contrarias a las convicciones judías y por extensión a las cristianas. Al principio, el imperio consideraba al cristianismo como una secta judía, y lo sometía entonces a las mismas restricciones y libertades que al judaísmo. Pero al poco tiempo fue notoria la diferencia de esta nueva religión y los “peligros” que le podría traer al imperio. Philip Schaff comenta sobre el cristianismo:

“Tan pronto como fue entendido como una nueva religión, y como, de hecho, clamara validez y aceptación universal, fue declarado como illegal y traicionable, una religio illicita; y el constante reproche hecho a los cristianos fue: ‘Ustedes no tienen derecho a existir.’ ”[v]

Estos cristianos con sus reuniones “misteriosas” en las casas, sus ritos particulares y malentendidos, su indisposición con el servicio militar[vi], su oposición a participar en actos de adoración pública y su aparente hostilidad hacia el emperador y los ciudadanos romanos fueron declarados como conspiradores contra el estado.

3. El imperio y su religión pagana
Los cristianos llegaron a ser los culpables de todo lo malo. Cuando las tropas imperiales tenían fracasos se decía que era porque los dioses estaban molestos y todo a causa de los cristianos. Cada inundación, peste, hambruna y problema era comúnmente achacado a los cristianos. Además de esto, los creyentes eran considerados ateos. Para el paganismo con sus múltiples estatuas e ídolos, con sus fastuosos templos y ritos, era inconcebible un Dios sin ninguna imagen que lo representara[vii]. Para ellos entonces los cristianos no tenían Dios alguno y era frecuente la frase “¡que mueran los ateos!”.

También hubo algunos emperadores romanos que tuvieron como única motivación para perseguir a los cristianos la amenaza que ellos suponían para la religión imperial. El cristianismo era el causante de la falta de vitalidad en el culto pagano. El mismo gobernador Plinio el Joven, en carta al emperador Trajano, le comenta que los templos estaban casi vacíos y los sacrificios eran escasos. Muchos emperadores veían el paganismo, la adoración de sus dioses, como la fuente de la vitalidad y prosperidad del imperio y semejante enfriamiento del paganismo era para ellos equivalente a un debilitamiento del poder imperial.

La verdad es que los emperadores y sacerdotes paganos tenían razón: el crecimiento y consolidación del cristianismo acabó con el paganismo, por lo menos oficialmente (ver primera referencia), y a la postre, según algunos historiadores, aporto al debilitamiento imperial y a la posterior caída del imperio romano de occidente.

4. Factores económicos
El cristianismo, aun más que el judaísmo, era una amenaza tremenda al mercado tejido alrededor de la idolatría. Sacerdotes paganos, artesanos, malabaristas, mercaderes y otros que derivaban su sustento del comercio y la fabricación de ídolos fueron afectados por las convicciones cristianas. De esto la misma Biblia en Hechos 19:23-28 nos da un claro ejemplo de la agitación de los mercados:

“Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino. Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices, reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio. Y veis y oís que no sólo en Efeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos. Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza. Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!”

5. Malentendidos
Los malentendidos, rumores y chismes de que eran objeto los cristianos eran no tanto una causa como un combustible, un aliciente, a las persecuciones. Los cristianos eran acusados de mantener orgías, de infanticidio, de canibalismo y de otras abominaciones. Todo esto aumentaba el odio creciente del pueblo frente a estos y aunque, como dije al principio, todo esto contribuía al agite de los romanos contra los cristianos no faltaban quienes acusaban cristianos y los llevaban a los tribunales bajo estos únicos cargos mentirosos. Por eso los considero también una quinta razón para las persecuciones y los martirios.

6. Otro ser detrás del velo
El primer motivo para las persecuciones (Satanás) podría denominarse como una causa espiritual infernal. Los cuatro siguientes como causas culturales “naturales”. Pero este análisis quedaría incompleto si ignoráramos a otro ser: Dios. Y no cito aquí a Dios como uno de los culpables de estos crímenes sino más bien como la respuesta a los por qué o para qué que fácilmente llegan a nuestra mente en los momentos difíciles. Creo que el famoso refrán 'soldado avisado no muere en guerra' encuentra ecos en el nuevo testamento y en las palabras de Jesús en particular. En varios pasajes Jesucristo advirtió sobre los peligros que les esperaban a sus discípulos. En Mateo 10:16-22 Jesús dice a los suyos:

“Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Pero cuidaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y hasta seréis llevados delante de gobernadores y reyes por mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles. Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis; porque a esa hora se os dará lo que habréis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.”

Pablo confirma las palabras de Jesús en muchos de sus escritos siendo el más interesante, a mi juicio, el de Filipenses 1:29 “Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El”.

En este revolucionario pasaje Pablo hace mención de los padecimientos como una concesión que se nos es dada. Para este apóstol a los gentiles las persecuciones y martirios atroces si bien encarnaban la ira de Satanás contra el pueblo de Dios, también representaban un privilegio, un regalo divino que permitía a los verdaderos creyentes mostrar su gratitud y amor extravagante por Jesucristo.

El sufrimiento por la causa de Cristo, una consecuencia directa del discipulado radical, completo y verdadero[viii], es una promesa poco predicada en la iglesia en general y enemiga numero uno de la muy extendida teología de la prosperidad.

Ciertamente Dios nos dio tremendas promesas. El prometió que supliría todas nuestras necesidades. Pero Él también aseguró que parte del 'paquete todo incluido' que recibe un discípulo suyo es el de la siempre posibilidad del martirio. No deberíamos orar para que el sufrimiento no llegue porque es seguro así como sus otras promesas. Sería orar en vano. Tampoco deberíamos apresurarnos o sufrir o hacernos matar sin necesidad, sin ser nuestro tiempo o nuestro llamado especifico. Por lo que si debiéramos orar es por fuerzas, por fidelidad y por consagración para que si llega el momento en que coloquen un frío revolver en nuestra cabeza podemos decir, en imitación de Policarpo:

“Ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él no me ha hecho ningún daño; ¿cómo podría entonces blasfemar a mi Rey quien me ha salvado?”[ix]

III. Consecuencias de las persecuciones y de los martirios

1. La nube de testigos
Una de las consecuencias más significativas de estos eventos históricos sangrientos ha participado en muchas de mis prédicas en campamentos juveniles y reuniones de liderazgo. Es para mi un honor citar Hebreos 12:1 donde se hace mención de la nube de testigos que nos observa y nos ánima en nuestra profesión en la vida. En este pasaje sólo se hace mención de la nube sin dar detalles sobre quienes la conforman. La realidad es que todos esos héroes fueron descritos en Hebreos 11 (Abel, Enoc, Noé,…, Abraham, Moisés, Gedeón,…) pero a finales de este capítulo son mencionados otros héroes sin nombre cuyos testimonios son tan grandes que el mundo no fue considerado digno de haber albergado semejantes personajes. En Hebreos 11:36-38 la Biblia dice:

Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra.

Para el momento en que esta epístola a los Hebreos fue escrita[x] no se habían desatado las persecuciones por parte del imperio de la forma que a la postre lo fueron. Así pues, esas palabras de Hebreos, aunque se referían en parte a personas que ya habían vivido, tenían también un carácter profético.

Tenemos en los cielos una nube de testigos muy variada en sufrimientos por el Señor: unos fueron envueltos en pieles de animales y soltados a los perros para que los despedazaran. Otros fueron amarrados a un palo en el coliseo y les soltaban a un toro para que los corneara con furia. Otros fueron amarrados a un árbol cuyas fuertes ramas eran contraídas hacia la víctima. Luego eran amarradas las extremidades (brazos, pies) a las ramas del árbol que, cuando se soltaban, descuartizaban a la persona. Otros fueron lanzados a los leones. A unos les clavaron clavos de caña entre sus uñas. A otros les cortaron la nariz, orejas y cabeza. Unos murieron en la hoguera y a otros los arrojaron al mar con piedras de molino atadas al cuello.

La crueldad llegó a su extremo. Igualmente nuestra admiración por ellos. ¿Qué hizo que esas personas fueran capaces de entregar sus vidas, en semejante sufrimiento, por el Señor? ¿Por qué muchos de nosotros consideramos la lucha con el control remoto despiadada? Como líder cristiano recibo muchos motivos de oración: “Estoy luchando con la televisión”, dice uno. “Me está dando muy duro levantarme temprano”, dice otro. Claro, muchas veces tengo consejerías sobre asuntos trascendentales y difíciles pero algunas otras veces son trivialidades. Cuando nos quejamos que algo es muy difícil, que una presión es aparentemente irresistible, que una tentación es tan fuerte, cuando nuestras fuerzas están a punto de agotarse, estos testigos nos dicen: “¿Quieren saber lo que es realmente difícil? Ánimo”.

“Estimada a los ojos del SEÑOR es la muerte de sus santos” dice a Biblia en Salmos 116:15 y quizá como nunca, o casi nunca, Dios fue agradado al ver a sus santos demostrar tal fidelidad a Él. H. A. Ironside lo dice de esta manera:

“Este fue el periodo cuando la iglesia fue quebrantada bajo el talón de acero de la Roma pagana, si bien nunca antes había dado tan dulce fragancia para Dios como en estos dos siglos de casi constantes martirios.” [xi]

Estos mártires se levantan como unos de nuestros máximos ejemplos de entrega absoluta. Son un gran ejemplo de lo que significa estar avivado. V. Havner, quién considera este periodo de tribulación como profetizado en la carta a la iglesia de Esmirna (Apocalipsis 2:8-11), menciona:

“Lo creyentes de Esmirna pudieron haber hecho compromisos con los Judíos y los paganos y haber salvado sus propiedades y vidas, pero algunas cosas eran más preciosas que la vida misma, Tales cristianos no necesitan avivamiento. Ellos tienen la verdadera esencia del avivamiento, lealtad a Cristo a cualquier costo.”[xii]

2. Iglesia pobre
Esta es otra de las consecuencias poco citadas de las persecuciones. Los cristianos no eran vistos con buenos ojos y por ende no disfrutaban de buenas condiciones económicas (y esto sumado al hecho que al principio la iglesia cristiana era casi por completo conformada por las personas de más bajos recursos). Sus bienes eran saqueados, el trabajo era escaso para ellos en su calidad de delincuentes ante el estado. Y aunque sin lugar a dudas la iglesia primitiva padeció pobreza hasta la llegada de Constantino, también vivió uno de los tiempos de mayor riqueza espiritual.

3. Fertilización de los corazones
No he leído ningún documento o libro sobre historia de la iglesia donde no se haga mención de la acertada y profunda frase de Tertuliano: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. Éste ensayo tampoco fue la excepción. Y es que el valor que demostraron los mártires en la arena del coliseo o en donde sea que los hayan martirizado, ha sido y siempre será una de las mayores evidencias de la realidad del cristianismo, de la obra de Cristo y de la esperanza de la resurrección. Esas gotas, y a veces ríos, de sangre hablaban más que las mismas palabras. Era un evangelio líquido. La gente se preguntaba ¿Pero en qué creen estas personas que son capaces de soportar todo este sufrimiento sin renegar de su fe? ¿Quién fue ese tal Jesús capaz de inspirar hasta al extremo? ¿Quién les da fuerza para no volverse para atrás en medio de tan cruentos sufrimientos? La sangre evangelizaba más que los argumentos y mientras que de uno en uno, de diez en diez, de cien en cien eran sacrificados nuestros héroes, en las tribunas estaban aquellos que fueron al espectáculo esperando recibir algo de diversión o esperando ver saciada su ira contra esos “ateos depravados” pero se encontraron con Jesucristo. Muchos salían pensando en la realidad de una fe cuyos practicantes morían gozosos, sin maldecir y perdonando a sus agresores. Mientras hubo sangre derramándose, la iglesia siguió creciendo agresivamente.

4. Revelación de la naturaleza de la nueva fe
Las situaciones difíciles, aquellas que parecieran no tener salida, son las que mejor prueban y sacan a relucir las heroicas cualidades de las personas. Como dice Philip Schaff “las persecuciones desarrollaron la paciencia, gentileza y permanencia de los cristianos y probaron al mundo el poder conquistador de la fe”[xiii].

Esta fe cristiana demostró que no era para cobardes. Demostró que pocos, de quienes habían experimentado una verdadera conversión, retrocedían[xiv]. También demostró que el Dios de los cristianos era muy diferente al dios de los paganos. A diferencia de los últimos, el Dios cristiano era celoso y exclusivo. También parecía fortalecer a sus seguidores en sus momentos más críticos, parecía ser un Dios más cercano y personal a diferencia de los egoístas, sensuales y casi humanos dioses paganos.

5. Confrontación de la justicia imperial
Magistrales son los cuestionamientos a la justicia imperial que grandes pensadores y apologistas hicieron. Para un imperio que se enorgullecía con sus avances y su estilo de gobierno, que se creía ejercer una correcta justicia, debió ser muy ofensivo y desestabilizante argumentos tales como los de Tertuliano, quién, en un estilo completamente legal, cuestionaba los motivos de las persecuciones. Todo esto debió concluir en un bajón de la imagen imperial delante de los ciudadanos que eran convencidos con dichos argumentos.

IV. Conclusión
El año pasado estuve hablando con Félix Ortiz sobre la situación del cristianismo en Europa. Él me contaba con tristeza de la dificultad de realizar la pastoral en su país, España. El postmodernismo con su pluralismo y relativismo había minado la fe de la mayoría, especialmente los jóvenes. “Habría que esperar”, me dijo él en tono de seria broma, “que se desaten persecuciones en España, que el cristianismo deje de ser legal, para que así la iglesia, desde el anonimato y la clandestinidad, empiece a crecer y a recobrar su terreno”.

Gerardo Muniello, por su parte, menciona que parte de la causa del estancamiento en argentina es la carencia de mártires en su país[xv].

Pero las persecuciones no sólo mostraron la realidad de la fe de algunos sino que también pusieron a la luz la suciedad en el corazón de otros. Hubo algunos que se ofrecieron al martirio, se auto candidatizaron al sacrificio sólo porque estaban seguros que serían famosos por su heroico acto. Pero los que sí estaban cerca de Dios sabían que si bien el sufrimiento es un llamado general, padecer el martirio era uno particular.

Ahora bien, hay una gran tragedia que no quisiera dejar sin mencionar: Los cristianos que alguna vez fueron los perseguidos y maltratados, una vez en el poder, hicieron lo mismo contra los Judíos y Gentiles. Las políticas del imperio cristiano (con sus restos de paganismo) fueron también represivas con las personas antes mencionadas. Dejamos el cayado y empuñamos la espada. Desde el momento que empezamos a emplear los mismos medios que nuestros antiguos verdugos, empezamos a transitar lentamente hacia la frialdad y el estancamiento.

Finalmente, las persecuciones, que por ningún motivo fueron una bendición de Dios[xvi] , marcaron para siempre la historia de la iglesia. Nos inspiran y nos estremecen. Nos cuestionan y nos asustan. Pero hay un sentimiento que también nos debieran provocar: gratitud. Debemos estar agradecidos con aquellos que con su entrega fertilizaron el mundo. Aquellos que con su valentía destronaron al paganismo y levantaron el alto el nombre de Cristo. Su sangre fue fiel semilla que espero regar con mi ministerio. Espero, y me esforzaré grandemente, honrar sus muertes con mi vida.

V. Notas de rerefencia

[i] Eusebio, Historia Eclesiástica, VIII, 12, 7
[ii] Si bien alguien, acertadamente a mi juicio, dijo que el catolicismo romano no es más que la fusión del paganismo romano con el cristianismo primitivo, no es nuestro objeto aquí discutir sobre esa permanencia del paganismo en la religión naciente.
[iii] Philip Schaff, History of the Christian Church, Volumen 2, Capítulo 2, Sección 13, (E-sword software)
[iv] Philip Schaff, History of the Christian Church, Volumen 2, Capítulo 2, Sección 13, (E-sword software)
[v] Philip Schaff, History of the Christian Church, Volumen 2, Capítulo 2, Sección 15, (E-sword software)
[vi] Aunque es sabido de muchos cristianos en el ejercito romano. El emperador Diocleciano, entre la política de sus persecuciones sostuvo la purga de su ejército, purga que trajo al martirio a muchos creyentes enrolados.
[vii] Tertuliano habla que el emperador romano Tiberio, atemorizado por lo que lo contaba Poncio Pilato respecto a Jesucristo, su muerte y resurrección, propuso al senado romano, sin ningún éxito, el incluir a Jesús entre las deidades romanas.
[viii] Así lo llama el evangelista Josué Iryon. Recuerdo que en los primeros años de convertido escuche su prédica titulada de esa manera (discipulado radical, completo y verdadero), me impactó profundamente.
[ix] Beka Horton, Book of the Revelation: Church History and Things To Come, (A Beka Book), page 12
[x] Muy seguramente antes que Jerusalén fuera destruida según lo da entender Hebreos 13:10.
[xi] H. A. Ironside citado en Book of the Revelation: Church History and Things To Come, (A Beka Book), page 11
smyrna.
[xii] V. Havner citado en Book of the Revelation: Church History and Things To Come, (A Beka Book), page 13
[xiii] Philip Schaff, History of the Christian Church, Volumen 2, Capítulo 2, Sección 13, (E-sword software)
[xiv] El mismo gobernador Plinio el Joven le escribía al emperador Trajano sobre el hecho que los verdaderos cristianos nunca harían sacrificios ni darían culto al emperador
[xv] Anette L. B. Gulick, Gerardo J. Muniello, Félix Ortiz, Raíces: la pastoral juvenil a fondo, (SEPAL), página 246
[xvi] Aunque no podemos dejar de recordar a Pablo con su comentario a la iglesia en Filipos que el sufrimiento por la causa de Cristo es una concesión que se nos es hecha.

VI. Bibliografía

Beka Horton, Book of the Revelation: Church History and Things To Come, A Beka Book, 1993
George Thompson y Jerry Combee, World History and Cultures in Christian Perspective, A Beka Book, 1997
Philip Schaff, History of the Christian Church, E-sword software (www.e-sword.net)
Anette L. B. Gulick, Gerardo J. Muniello, Félix Ortiz, Raíces: la pastoral juvenil a fondo, (SEPAL)
Justo González, Historia del Cristianismo, Tomo 1, Unilit, 2003


Juan Carlos Benjumea

1 comentario:

Jhon Jairo García dijo...

CONOCER LA HISTORIA ES UN MOTIVO DE INSPIRACIÓN Y RETO A LA VEZ, MÁS CUANDO SE REFIERE A NUESTROS INICIOS COMO IGLESIA.
MIRAR HACIA ATRÁS CUANDO LAS "DIFICULTADES" NOS QUIEREN HACER RENDIR, NOS ANIMA A CONTINUAR, PUES SI OTROS SOPORTARON CON PACIENCIA LA PERSECUCIÓN, PORQUE NO HACERLO HOY DÍA NOSOTROS.
QUE EL DÍA DE MAÑANA PODAMOS SENTARNOS AL LADO DE AQUELLOS QUE ENTREGARON TODO, HASTA SU VIDA POR CRISTO. SERÁ UN HONOR CONOCERLOS Y ESCUCHARLOS...
DIOS TE BENDIGA. EXCELENTE ENSAYO. DE VERDAD SU ENSAYO PRODUCE LO QUE DICES ANTES DE ESCRIBIRLO...
UN ABRAZO